El costo de ignorar...

Escrito el 03/06/2025
Alejandra Scarlis


“Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.”

                                                                                                                 Mateo 22:29


Jesús responde esto a los saduceos, un grupo religioso de su época, que quiso ponerlo a prueba con una pregunta hipotética sobre la resurrección (en la que ellos no creían). Jesús va directamente al problema, exponiendo la ignorancia espiritual y doctrinal en la que se encontraban.

He aplicado este versículo innumerables veces a mi propia vida. Cada vez que me encuentro en una batalla espiritual interna, luchando con mis propios pensamientos, siempre termino reflexionando: estoy errando al pensar así, porque ignoro las Escrituras y el poder de Dios en mi vida.

Cuando caigo a los pies de Cristo diciendo: No doy más, basta ya. Yo no soy tan fuerte como Tú, no soy Dios, no soy eterna, no soy, no soy, no soy… y mientras oro y lloro, con este diálogo en mi mente, comienzo a decir: Tú eres Dios, Tú eres Todopoderoso, Tú eres Eterno, Tú eres Santo, Tú eres Misericordioso, Tú eres Omnisciente, Tú eres Omnipresente, Tú eres Juez Justo, Tú eres… y, de repente, recuerdo las Escrituras: Yo Soy, Yo Soy… Como se lo dijo a Moisés en Éxodo 3, instruyéndole claramente que debía decir: “Yo Soy me envió a vosotros” (les recomiendo que lo lean con calma; el pasaje no tiene desperdicio).

Ese “Yo Soy” implica que no vamos a vivir en función de lo que nosotras seamos; no vamos a alcanzar ni la paz, ni la alegría, ni nada de lo que, como mujeres, necesitamos solo por lo buenas que seamos, o por lo inteligentes, fuertes o seguras que nos sintamos… sino por quién es nuestro Dios. Él lo dice, Él lo hace.

La mayoría, por no decir la totalidad de las veces en que nos encontramos ansiosas, deprimidas, angustiadas; cuando perdemos la paz, cuando todo nos agobia y solo quisiéramos cerrar los ojos y dejar de ser, en realidad es porque estamos pensando erradamente. Porque desconocemos las Escrituras y el poder de Dios, quien nos dejó la Biblia, su Palabra, para que podamos vivir y enfrentar la vida seguras y confiadas, porque ya somos hijas del Dios Altísimo. Y sí, claro que podemos estar atravesando situaciones absolutamente al límite, pero Dios no tiene limitaciones de ningún tipo.

Cuando una enseñanza aparece más de una vez, suele decirse que es para enfatizarla. En este caso, Mateo 22:23-33 también se encuentra en Marcos 12:18-27 y en Lucas 20:27-40. Comprender la resurrección en todas sus formas es importante, y Jesús así lo enfatizó.

Concluye la enseñanza con uno de los versículos más esperanzadores, el 32b, donde leemos: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”; en Lucas 20:38 lo explica mejor: “…pues para Él todos viven”. En Él no hay muerte que no sea quebrantada con la vida eterna. No hay pérdida. No hay dolor, tristeza o enfermedad que dure para siempre.

Así es que, querida amiga, con esto en mente, vuelve a levantarte, despacio, sin apuro. Muchas veces las heridas duelen, pero entiende que no es por quien tú eres, ni por lo que tú puedes, sino porque el Yo Soy está contigo. Vuelve a la vida con confianza, una vez más.

Toma aquello que sabes que Dios puso en tus manos para que lo lleves adelante (porque Él sabe que, al hacerlo, alcanzarás plenitud y gozo).

Oro por ti y bendigo tu vida y el don que Dios puso en ti, para que seas bendición.

Alejandra